Hay diseñadoras que entienden la moda como industria. Carla Fernández la entiende como memoria, territorio y acto político. Su historia nace en los caminos de México, donde se tejen tradiciones vivas y se resguardan siglos de saber. Ahí empezó a mirar la ropa como lenguaje vivo, cargado de historia y sentido. Esa forma de ver el mundo la llevó a recorrer comunidades indígenas, a documentar técnicas ancestrales y a construir una marca que reconoce procesos y da lugar a otras voces.
Diseñadora, cronista y aliada del textil vivo
Desde los años noventa, Carla Fernández se ha dedicado a investigar el patrimonio textil mexicano. Se involucra de manera directa con quienes lo mantienen vivo: bordadoras, tejedoras, tintoreras, zapateros, costureras. Su estudio, con sede en la Ciudad de México, funciona como taller, archivo, laboratorio y espacio de encuentro. Allí se diseñan prendas, se escucha, se aprende y se colabora. Su práctica se basa en el trabajo horizontal con comunidades de Chiapas, Oaxaca, Estado de México, Veracruz y muchas más. Carla celebra y amplifica los saberes compartidos.
“En México la alta costura se hace en las montañas, los desiertos y las selvas. Hacemos moda en conjunto con la gente que está arraigada a la tierra y vive de ella.” Esa frase, tomada de su manifiesto, resume su filosofía: una forma de crear ropa que parte del vínculo. Cada prenda que lleva su firma es el resultado de procesos colectivos, de tiempos compartidos, de historias bordadas con precisión y afecto.

¿Cuál es la moda de ahora?
Esa es la pregunta que atraviesa todo su trabajo. Para Carla, la moda actual se sostiene en los oficios, las comunidades y los relatos. En su visión, la moda alternativa funciona como una práctica viva que cultiva memorias, escucha territorios y respeta ritmos.
Carla trabaja a partir de procesos que respetan el tiempo de cada colaboración. Escucha a las comunidades, adapta sus diseños a las formas de hacer locales y garantiza que cada pieza conserve el lenguaje original de quienes la construyen. Su diseño corresponde con lo que recibe: tiempo, historia, experiencia.

Cuidar también es diseñar
En su taller se habla de patronaje y justicia en la misma conversación. Carla diseña desde una ética del cuidado. Cuidar el origen del textil, cuidar los ritmos del trabajo artesanal, cuidar el relato detrás de cada técnica. Por eso su ropa también se comprende. Una prenda puede hablar de un telar de cintura en Chiapas o de un bordado mazahua del Estado de México. Puede contar quién la hizo, cómo se tejió, por qué se eligió ese hilo.
Carla ha presentado su trabajo en museos como el Jumex y el Franz Mayer en México, el V&A en Londres y el Fashion Institute of Technology en Nueva York. Su impacto crece desde lo local y se expande desde el compromiso. Su taller es una red de saberes. Su marca, un manifiesto. Su catálogo, un archivo emocional del textil mexicano contemporáneo.

Moda que escucha, transforma y cuida
Mayo es un mes que invita a pensar en las maternidades. No solo en quienes crían desde la familia, también en quienes sostienen desde otros espacios: el arte, la comunidad, la memoria. Carla Fernández cuida procesos, acompaña territorios y diseña condiciones de existencia más justas. Su forma de maternar ocurre entre hilos, conversaciones y alianzas. El diseño que propone no solo viste: contiene, sostiene y repara.
Carla Fernández representa una forma coherente y crítica de entender la moda. Aporta una mirada profunda al sistema, construye relaciones justas y genera belleza desde el respeto. Una prenda puede ser archivo, puente, símbolo o refugio. En su trabajo, vestir también es una manera de cuidar.
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