Joven morena con estética urbana y crucifijo en el cuello, posando frente a un muro de ladrillos

¿Quién dijo que la fe no se viste?

La simbología religiosa ha estado presente en la ropa mucho antes de que la moda existiera como industria. En América Latina, y especialmente en México, vestirse ha sido durante siglos un acto cargado de significado espiritual. Desde el bordado de un huipil hasta un rebozo cargado de devoción, la vestimenta ha funcionado como línea directa entre lo humano y lo divino.

Hoy, esa relación no ha desaparecido, pero se ha transformado. La iconografía religiosa no solo está en los templos o en las casas de las abuelas: también está en las camisetas, en la ropa interior, en tatuajes, gorras, y prints de streetwear que se venden por Instagram. En algunos casos es devoción, en otros provocación, y a veces simplemente parte del paisaje visual cotidiano.

De los textiles tradicionales a los muros urbanos

La religión católica, como herencia colonial, marcó profundamente la estética de la vestimenta tradicional en Latinoamérica. Los bordados con cruces, los escapularios, las medallas, los colores litúrgicos en la ropa ceremonial… todo comunica fe. Pero ese no es el único lenguaje espiritual que se lleva puesto.

Prácticas como la devoción a la Santa Muerte, o incluso simbología asociada al satanismo o a espiritualidades alternativas también han sido apropiadas por quienes se visten desde los bordes. Y no siempre con intención religiosa. Muchas veces son usados por lo que provocan, por lo que representan en oposición al poder establecido o como afirmación de una identidad marginal.

Subculturas que visten lo sagrado y lo profano

En especial, subculturas como los góticos y darks han hecho de la simbología religiosa una herramienta estética central. El uso de crucifijos, velos, encajes, rosarios o referencias visuales al cristianismo y al satanismo no es gratuito: es parte de una narrativa visual que cuestiona lo normativo, que juega con la tensión entre lo sagrado y lo profano, entre la devoción y el rechazo.

Vestirse como dark no es solamente una cuestión de color negro; es también una forma de apropiarse de una estética religiosa que ha formado parte de la cultura occidental durante siglos y devolverla con nuevos significados.

Streetwear latino y resignificación

En la moda urbana, la iconografía religiosa ha sido usada tanto por marcas independientes como por celebridades. La tanga con la Virgen que llevó Danna Paola fue solo uno de los casos más comentados, pero hay una estética que ya estaba ahí: la de los estampados con santos, las camisetas con la Virgen de Guadalupe, los tatuajes de Jesucristo o Santa Muerte que se replican en diseños de ropa callejera.

En algunos casos, es una expresión de pertenencia cultural. En otros, una provocación. Y en muchos, una estética que convive con el exceso visual del internet. Pero todos ellos hablan de lo mismo: de cómo lo espiritual, lo marginal y lo visual se entrecruzan para dar lugar a nuevos lenguajes.

¿Devoción, ironía o consumo?

La pregunta está abierta: ¿se banaliza lo sagrado al llevarlo como parte de un outfit? ¿O se resignifica desde una postura estética que desafía las normas?

En cualquier caso, lo cierto es que en la moda latina lo religioso nunca desapareció: solo cambió de escenario. Hoy se cuelga del cuello, se imprime en una hoodie o se borda en una bolsa.

Y tal vez eso también sea una forma de fe: creer que la ropa sigue siendo una forma de hablar cuando ya no queda mucho que decir.

Escrito por Julio C. Olivares